La cuenta por favor.

Me gustás, sos bohemia, fumás porro, hacés la tuya, vivís sola. ¿Eh? ¿Desde cuándo vivir sola es una cualidad? Vos porque te imaginás viniendo acá a cualquier hora, cogiendo en mi cama, durmiendo en ella. Olvidate, la casa es sagrada y la cama ni te cuento. No me pasa muy seguido esto, ¿a vos? ¿Esto qué? ¿Emborracharme un viernes a la noche para quedarme con el primero que me cruzo? Sí, me pasa seguido, desde enero me vengo perfeccionando. Especialmente ese viernes que te conocí, bah, sábado, ese sábado que era su cumpleaños y yo estaba entre quedarme en casa limándome las venas o lucir un coma alcohólico en brazos de cualquiera. El cumpleaños de él, que es mi marcador indeleble y yo me esforcé una vez más porque el alcohol fuera mi goma de borrar y vos un intento en vano de liquid paper . Pero no notaste mis ojos hinchados ni mi corazón roto, tan roto que me sangraba a través de la remera. No, vos sólo me mirabas las tetas. Y el culo. Ya me acuerdo que dijiste que tenía buen culo y me hiciste sentir asco. Por eso no te di mi teléfono y vos me buscaste por facebook y comentaste mi video de Justice. Me invitaste a ver a Aristimuño a Niceto y yo que odio las citas (además de que no me gustás ni un poco, ni vos ni Aristimuño) te dije que no, que yo era un espíritu libre y no una extra de Moulin Rouge. Borrate, no te quiero volver a ver, fue una transa de boliche: vos estabas caliente y yo estaba desolada. Gracias por nada, yo pido la cuenta y me voy a la mierda de este cocktail que me dejó tan vacía como cuando me senté en la mesa de seducidas & abandonadas.