Esos ojos (II)

Se arma rondita break dance pero los carilindos de movimientos hot salidos de un video de Dante Spinetta no me distraen del hecho que él está al lado mío, cerquita, pegadísimo y no se olvida de pasarme la cerveza. Detalle importante, anotaste 2 estrellitas y 1 carita feliz. “Me gusta tu saco”, dice él. “Gracias, me lo regaló mi abuela”, contesto yo. “Qué buen gusto”, remata. Ah, ah, viene en serio la cosa. 3 estrellitas más, 5 caritas felices y 4 bellezas –diría el Bambino- para vos. Y además, te aviso que de ahora en adelante a mi abuela y a mi nos caes muy bien. Sí, 3 caritas más por la buena onda. Salimos de ahí. Vamos caminando y todos se adelantan, pero él me espera. “Así que tocás en una banda”, digo. “No, en dos. Una de punk, otra de rock. En una toco el bajo, en otra la guitarra”, contesta él. Sumemos 10 bellezas, 8 estrellas, 13 caritas, mi sonrisa y guiño-guiño.

Cuestionamientos existenciales: 1) ¿Le gustaré o no? 2) ¿Por qué a las chicas siempre nos gusta que los chicos toquen algún instrumento aunque sea la flauta dulce, el triángulo o el xilofón?

Continuará…

Escenas del próximo ¿capítulo? ¿capitulón?
Confirmado que le gusto porque me rozó la mano y no fue por accidente y me dijo lo del saco y se interesa cuando hablo y me hace preguntas. ¡Por fin un chico con preguntas!