En la Capital Federal de la Argentina, sobre la Avenida del Libertador, a la altura del Zoológico de Buenos Aires, es decir, en su intersección con la Avenida Sarmiento, se esconde un secreto para ser descubierto sólo por unos pocos afortunados que se aventuren a pagos desconocidos y se animen a ir más allá. Más allá hacia abajo, específicamente.
Allí, donde los habitantes de la Ciudad pasan para ir al centro, a los bosques de Palermo, al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y otros tantos destinos, emergen al costado del camino, como desde los avernos, unas escaleras antiguas, grandes, llamativas. Un automovilista distraído pasará sin notarlas, un peatón atento las mirará y pensará, ¿hacia dónde me llevarán? Pero un verdadero peregrino no sólo se lo preguntará, sino que no dudará y cual Indiana Jones en busca de su arca perdida, emprenderá el descenso con toda curiosidad.
Los pasos se harán cada vez más rápidos a medida que los escalones bajen y los latidos del corazón incrementarán hasta sentir una mezcla de magia y nerviosismo. Por un instante la respiración se cortará y de repente… un túnel se extenderá a lo largo del campo visual.
Muy poca gente conoce su paradero y muchos menos saben que tiene un nombre oficial, Cruce de las artes, otorgado por el Gobierno de la Ciudad. Exposiciones de cuadros y fotografía, dibujos de comics e historietas y proyecciones de películas, son algunos ejemplos de las actividades artísticas y culturales que se realizan en este espacio.
Quien haya visto Irreversible, la película dirigida por el argentino Gaspar Noé y protagonizada por Mónica Bellucci, recordará la controvertida escena de violación en el paso subterráneo y sentirá pánico de cruzar el indefenso y amistoso Cruce.
Este pasaje casi fantástico fue recuperado en 2003 tras permanecer cerrado durante más de 20 años. El Gobierno porteño se encargó de transformarlo en un espacio de comunicación cultural para el deleite de turistas y locales. Artistas nacionales e internacionales aprovechan esta interesante área para exponer sus creaciones a pequeña escala y sorprender a los transeúntes que no esperan encontrar arte en las profundidades urbanas.
Un pequeño paso para la humanidad y un gran cruce para el hombre, que al descubrir este pasadizo será de los escasos privilegiados que sabrán de su existencia, por más de que está allí, en el barrio de Palermo, a metros de donde alguna vez se erigió la residencia del gobernador de Buenos Aires en el siglo XIX, Juan Manuel de Rosas.
domingo, 15 de marzo de 2009
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